jueves, 19 de agosto de 2010

Oposiciones colaborativas: La nueva era

Atrás han quedado las largas horas estudiando en solitario nuestras oposiciones, frente a los interminables libros de recopilaciones legislativas. Con la venida de internet y las redes sociales esta forma de prepararse unas pruebas selectivas puede y debe cambiar. ¿Qué es más productivo el estudio de memoria de un libro de 1000 páginas, o la preparación de los temas contenidos en los mismos, en el seno de una comunidad de aprendizaje en la que cada miembro apoye y ayude a los demás?


Sin duda la segunda opción sería la más beneficiosa ya que, por poner un ejemplo,  no es lo mismo aprenderse de memoria la frase "El ejercicio de las competencias de la Unión se rige por los principios de subsidiariedad y proporcionalidad", que plantear la misma en un foro, en un chat pedagógico o en una discusión a través de twitter u otra de las redes sociales de su estilo. Es un hecho que al debatir sobre un tema debemos reflexionar sobre el mismo y, si no queremos dar una opinión infundada, indagar sobre su significado y otros aspectos de la materia en cuestión. Al participar en estas discusiones estamos aprendiendo sin darnos cuenta.

Estas técnicas de aprendizaje social las aplicamos al estudio de una oposición, si bien es cierto que dado el tipo de examen al que nos vamos a enfrentar, se hace imprescindible una memorización de muchos de los contenidos del temario, pero en este punto volvemos al principio: ¿cómo crees que memorizarás mejor la frase planteada anteriormente repitiéndola mil veces o intentando a través de la interacción con tus compañeros de grupo entender la frase plenamente en su significado, y debatir sobre qué quiere decir, en qué contexto y con qué repercusión para nuestra sociedad?

Todo lo anterior parece perfecto pero el gran problema de aplicar estos métodos al mundo de la preparación de oposiciones está en la esencia propia de este sector formativo: la competitividad. Mi compañero es mi rival y puede ser el que mie quite la plaza, por tanto no debo darle ningun aventaja ni faciltarle mis materiales ni mis fuentes y así tendré más posibilidades de superarle.Este pensamiento está generalizado entre la inmensa mayoría de los opositores, y es el que queremos erradicar por las razones que a continuación vamos a explicar.

Por ejemplo, si partimos de que han ofertado 100 plazas, y se han presentado 10.000 solicitudes, el ratio inicial de opositores por plaza es de 100:1 (100 aspirantes por plaza). Está probado por las cifras de presentados que en unas opsiciones de ingreso libre se presentan al primer examen aproximadamente la mitad de los que presentaron la instancia, lo que nos dejaría la proporción en 50:1. Lo último que debemos tener en cuenta es el dato (subjetivo) de los que se han preparado adecuadamente y dedicándole el tiempo necesario las pruebas selectivas. Podríamos estimar que al final pueden quedarnos 30 candidatos de 100 con opciones reales a conseguir la plaza (30:1). La cosa cambia respecto a los primeros datos.

Estas cifras nos indican que para conseguir nuestra plaza deberíamos se mejores que los 29 opositores restantes. A priori, vistos los beneficios que tiene estudiar colaborativmente en grupos reducidos compartiendo materiales, trabajos, elaborando los supuestos juntos e incluso los tests (aunque es importante también realizar tests en solitario como ensayo para el examen), dispondríamos si cabe de más ventajas respecto de las personas que estudian totalmente en solitario, que por ahora son mayoría.

Otra gran ventaja de este tipo de estudio en grupos es la motivación extra que puede darnos el integrarnos en un grupo de trabajo. Los compañeros se apoyan y motivan mutuamente. Cuando uno piensa que el estudio lo supera y se plantea dejarlo, el grupo puede motivarle y darle las fuerzas y los ánimos que a él en solitario le puedan faltar.

Por último, los métodos comentados nos hacen acercar nuestro estudio a la realidad, a nuestros problemas cotidianos y hacerlos nuestros en la práctica. Si leemos fríamente la frase expuesta en el segundo párrafo posiblemente entendamos qué quiere decir cada palabra, pero no su significado real. Necesitamos pornerla en práctica para entender lo que implica y qué quiere decir, por ejemplo, aplicándola a algún problema cotidiano que hayamos tenido: el otro día leí que condenaron a un señor por comerse unas flores, esto podría ir contra el principio de proporcionalidad, ya que no me parece adecuada la pena al delito. Puede que sólo con leer este pensamiento se comprenda mejor cuál es la esencia del principio de proporcionalidad que con todo un artículo técnico. Como dice el vídeo que mostramos, Nadie sabe más que todos juntos.

Las razones para cambiar nuestra forma de estudiar son muchas y las ventajas aún mayores.

(Recomendamos este artículo sobre uno de los pioneros de este tipo de enseñanza: Celestin Freinet, sobre cuya vida y obra trata el vídeo que adjuntamos)


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